DOS ADVERTENCIAS PARA LA LUCHA EN CONTRA DEL POPULISMO ILIBERAL
Queda claro que los enemigos para la democracia liberal, es decir los totalitarismos del pasado, no son los mismos que los de ahora o sea
los populismos iliberales y democracias autoritarias.
De hecho se trata de enemigos muy distintos por lo que los medios para combatirlos deben ser muy diferentes. Con base en lo anterior, hay dos advertencias que tomar en cuenta:
1. La primera es que hay que tomar los reclamos, incluso algunos de los que nos parecen intolerables, muy en serio: Muchos de los movimientos y partidos populistas iliberales capitalizan el descontento de sectores amplios de la población con la desigualdad social, la indiferencia de las elites políticas, a veces tecnocráticas de los partidos convencionales frente a la inseguridad, el desempleo etcétera de la vida cotidiana del "ciudadano común, la corrupción, las "trampas" en el comercio internacional (China), los efectos en el empleo y los salarios resultado de la movilidad excesiva en las inversiones y los flujos de capital, los problemas culturales y socioeconómicos producto de la inmigración desbordada, por mencionar sólo algunos. Por más exageración y distorsión que pueda existir en la mente populista iliberal, estos asuntos constituyen problemas reales que requieren de soluciones efectivas. El reto para el Nuevo Centro Vital es construir políticas mediante amplios acuerdos y compromisos con base en mecanismos institucionales democráticos para realmente responder a estos problemas, a diferencia de las soluciones simplistas volcadas sobre chivos expiatorios de los populistas iliberales.
2. Cuando se enfrenta el surgimiento de un movimiento o partido populista iliberal o éste llega al poder, los demócratas liberales de izquierda y derecha debemos cerrar filas para impedir una degradación de los valores e instituciones compartidos. Las divisiones entre la derecha y la izquierda demócrata-liberales, deben ceder frente al peligro verdadero que representa la instalación de una democracia autoritaria, ya sea de forma gradual como normalmente sucede por degradación o por un golpe de fuerza que conduzca no a una democracia iliberal con rasgos autoritarios sino a un autoritarismo simple y llano.
Si combinamos las dos advertencias, a mi juicio, la mejor forma de contrarrestar el poder del populismo iliberal es mediante acuerdos consensados para proponer políticas alternativas en respuesta a los reclamos y el descontento legítimo de los grupos que potencialmente o efectivamente integran las bases sociales del primero.
los populismos iliberales y democracias autoritarias.
De hecho se trata de enemigos muy distintos por lo que los medios para combatirlos deben ser muy diferentes. Con base en lo anterior, hay dos advertencias que tomar en cuenta:
1. La primera es que hay que tomar los reclamos, incluso algunos de los que nos parecen intolerables, muy en serio: Muchos de los movimientos y partidos populistas iliberales capitalizan el descontento de sectores amplios de la población con la desigualdad social, la indiferencia de las elites políticas, a veces tecnocráticas de los partidos convencionales frente a la inseguridad, el desempleo etcétera de la vida cotidiana del "ciudadano común, la corrupción, las "trampas" en el comercio internacional (China), los efectos en el empleo y los salarios resultado de la movilidad excesiva en las inversiones y los flujos de capital, los problemas culturales y socioeconómicos producto de la inmigración desbordada, por mencionar sólo algunos. Por más exageración y distorsión que pueda existir en la mente populista iliberal, estos asuntos constituyen problemas reales que requieren de soluciones efectivas. El reto para el Nuevo Centro Vital es construir políticas mediante amplios acuerdos y compromisos con base en mecanismos institucionales democráticos para realmente responder a estos problemas, a diferencia de las soluciones simplistas volcadas sobre chivos expiatorios de los populistas iliberales.
2. Cuando se enfrenta el surgimiento de un movimiento o partido populista iliberal o éste llega al poder, los demócratas liberales de izquierda y derecha debemos cerrar filas para impedir una degradación de los valores e instituciones compartidos. Las divisiones entre la derecha y la izquierda demócrata-liberales, deben ceder frente al peligro verdadero que representa la instalación de una democracia autoritaria, ya sea de forma gradual como normalmente sucede por degradación o por un golpe de fuerza que conduzca no a una democracia iliberal con rasgos autoritarios sino a un autoritarismo simple y llano.
Si combinamos las dos advertencias, a mi juicio, la mejor forma de contrarrestar el poder del populismo iliberal es mediante acuerdos consensados para proponer políticas alternativas en respuesta a los reclamos y el descontento legítimo de los grupos que potencialmente o efectivamente integran las bases sociales del primero.
Completamente de acuerdo con usted Profesor. Ese descontento acumulado por tanta desigualdad de oportunidad, de trato, de riqueza y de ingreso, es sin duda un caldo de cultivo para la aparición de rencor que puede ser capitalizado por oportunistas políticos. Esta dinámica explica una parte de la victoria de Trump, del Brexit, entre otros episodios desafortunados. Se puede llegar a la desgracia como en los tiroteos de ayer en Estados Unidos. Ojalá no sigan proliferando este proceso de radicalización en diversos países. Creo que tomar medidas integrales para reducir las distintas formas de desigualdad es una de las condiciones necesarias para solucionar de manera sostenible este problema.
ResponderBorrarCreo que es como el cuarto comentario que hago en el blog, pero me parece que es la primera vez que ponen mi nombre; creo que en los anteriores sólo decía 'unknown'.
ResponderBorrarMuchas gracias por tus comentarios Jaime. Estamos en sintonía. No sé que pasó, pero lo bueno es que ya dejaste el anonimato. Abrazo
ResponderBorrarSí, en acuerdo. Necesitamos un gobierno de coalición y un plan de transición que pueda ser sostenible al menos por una generación. Ahora que son muchos y diversos quienes comparten ese malestar de no encontrar un proyecto alternativo, es una ventana de oportunidad para encontrar la oportunidad del cambio político en: 1) una coalición capaz de establecer un nuevo pacto social, es decir, dar el salto hacia un proyecto social-demócrata, sin concesiones ni perdón a los criminales del pasado y con el compromiso de impulsar un nuevo federalismo; 2) la organización social, para encontrar nuevas formas de gestión y participación política más allá de los partidos políticos. Pero cuando trato de ubicar un referente histórico sobre esto, no encuentro un precedente reciente más allá de la transición en los países ex-soviéticos o los casos más exitosos en Asia, como China o Corea del Sur precedidos por fuertes dictaduras. Hay mucho aún para pensar desde la izquierda.
ResponderBorrar